domingo, 27 de octubre de 2013

ROSITA HURTADO DE LEWKOWICZ Una poderosa ‘made in’ Santa Cruz

Hablar con Rosita Hurtado deja una sensación extraña, de esas que le hacen creer a uno que puede lanzarse en picada al mundo, salir a flote sobre las nubes, y con ganancia.

Rosita destila energía, optimismo, y lo más interesante es que contagia. Ella parece, casi rozando la inocencia, no percibir el nivel de éxito que ha alcanzado hasta la fecha, sobre todo al ser parte de la lista de las 25 mujeres latinas más influyentes a quienes la revista People galardonó hace apenas un par de días, incluyendo a figuras de la talla de Jennifer López. Ella ni se entera, dice que los famosos son gente de carne y hueso, con los mismos problemas que todos; a pesar de que uno los mira de lejos, sobre una alfombra roja y a través de la pantalla chica.

Rosita no tiene la típica historia de novela de niña pobre que llegó a tocar las estrellas por azares del destino. Estudió en París, en Londres, en Brasil y cuando se casó son Daniel Lewkowicz y se fue a vivir a Estados Unidos, las cosas no le resultaron nada fáciles como muchos podrían pensar.

Cuando las puertas no se le abrieron en un mercado competitivo como el "gringo", con la femineidad tan típica de ella, las abrió a punta de amabilidad, pero sobre todo de talento y persistencia.

Apostó a ganador, consciente de que su trabajo no era cualquier cosa, y puso la mirada en vitrinas importantes para instalar sus prendas. Gracias a algunos contactos sembrados en el camino, logró reunirse con dueños de tiendas conocidas, aunque no le fue tan bien como esperaba, ya que no le "dieron mucha bola".

Paradójicamente, esta cruceña cuyo nombre figura junto al de Jennifer López, es la misma que tuvo que hacerse amiga de una vendedora que, sin permiso de los propietarios, le dio una mano y puso en sus vitrinas las prendas de Rosita.

Al poco tiempo, no faltó un famoso que detuvo la mirada sobre ellas, y el boca a boca fue más que efectivo; a partir de entonces comenzó a crecer una marca cruceña.
La misma Rosita Hurtado que desde su casa hacía de diseñadora, bordadora, costurera y marquetera, empezó a ver los frutos de su trabajo y de su paciencia. Después de diez años de ejercer el cargo de "todóloga", vio cómo su emprendimiento adquiría la forma de empresa con un equipo de trabajo y una administración más profesional.

Cuando se le pregunta si se sorprende en lo que se ha convertido al mirar hacia atrás, ella responde, no con falta de humildad sino con mucha seguridad en sí misma, que no, que “fue fruto de mucho esfuerzo desde el primer momento”.

Tuvo tal lucidez que siempre supo que su talento fijaría raíces fuera de Bolivia, para orgullo nacional. Cuando le dijeron no en sus inicios, ella ni se enteró. Es que Rosita estaba más concentrada en sus sueños de vestir a los famosos






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