miércoles, 20 de noviembre de 2013

Moda. Galo dice su verdad sobre iconoclasta

Rompió el silencio. Galo Sánchez jamás olvidará el 8 de noviembre, porque marcó un antes y un después en su rol como diseñador de modas.

Fue un día gélido, pero con un sol brillante, que abrazó la piel de las más de 4.000 almas (según Galo), en "Iconoclasta, el salar se viste de moda". Se trató de uno de los eventos más publicitados en Bolivia, anunciado como el gran show, con letras mayúsculas, pero que para muchos entendidos en moda dejó un sabor amargo.

Registró algunos percances en Uyuni (Potosí) y, en Santa Cruz (a miles de kilómetros), la prensa esperaba al modisto para "crucificarlo", como él dice. "Dos o tres medios siempre hurgan", reprocha y puntualiza: "Si me critican cinco, hay 1.000 que me apoyan".

Al grano. De que la pista del aeropuerto de Uyuni no tiene luz, es cierto, y de que los invitados se quedaron varados, también lo es. Galo asegura que no fue su culpa, porque no le compete a él arreglar esas cosas, pero entonces, "¿quién es el responsable?", le consultamos. "No lo sé", respondió. Lo cierto es que producto de ello alrededor de 40 personas quedaron atascadas en el aeródromo y no pudieron salir hasta el día siguiente.

El inicio. Galo relató que los inconvenientes comenzaron cuando la última comitiva tenía que partir desde la capital cruceña hasta el occidente. El avión de la aerolínea estatal BoA debió salir a las 7:30, pero recién lo hizo a las 11:30. ¿El motivo? "Esperábamos que el presidente (Evo) llegue a Viru Viru", responde, pero no fue así.

El grupo llegó atrasado a Uyuni, donde el mandatario recién llegó a las 12:35. Hubo un acto de 20 minutos y, después, todos salieron "volando" al desierto de sal. El desfile comenzó a las 14:30, cuando la invitación decía a las 12:00, y concluyó a las 17:30, cuando el avión de salida tenía que tomar vuelo a las 18:00. Hasta que los invitados llegaron al aeropuerto (18:30), era tarde.

Duro con él. Las críticas afirman que el concepto de "una cita de alta moda" se deformó cuando el folklore y las costumbres andinas se 'apoderaron' de la pasarela. Galo sale a defenderse y asegura: "Algunos no entendieron lo que queríamos mostrar. Era moda mezclada con cultura, gastronomía y turismo".

Al respecto del por qué la gente estaba de pie, explicó que se colocaron bloques de sal para que sirvan como asiento, pero no abasteció debido al gran número de personas.

El desenlace. Galo no se ocultó ni de los medios ni de nadie, y si "desapareció" por unos días fue porque se fracturó el brazo derecho. Respeta las críticas y rescata de ellas el lado positivo. Insiste en que el espectáculo fue un éxito y que se convirtió en un monstruo incontrolable, que al final pudo dominar.

También habló acerca del número de asistentes. Estaba pensado para 125 y se multiplicaron a 360. "Me sentí presionado al momento de seleccionar a la gente", puntualiza. ¿Por quién? Y deja en la nebulosa lo siguiente: "Por una persona que no puedo decir su nombre", y subraya que la relación con Sandra Coscío, una de sus más aférrimas colaboradoras, continúa, a pesar de que la presentadora de TV fue una de las que levantó polvareda con sus declaraciones. EL SOL intentó hablar con ella, pero su celular estuvo apagado.

Ahora, Galo desea volcar la página y planea otra cita, quizás en la Chiquitania o en otro lugar turístico, para 2014.

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