Mabille miró hacia el universo profesional, con una colección de "prêt-à-porter" de botas camperas con flecos y tacón, pantalones ajustados con una fina raya lateral y petos en azul marino, que resucitaron a Rosie the Riveter, ícono estadounidense de la mujer que se incorporó al mercado laboral durante la Segunda Guerra Mundial.
El diseñador francés vistió la primavera principalmente de azul industrial, caqui militar, amarillo oro y beis explorador. Convirtió en protagonistas a los accesorios como el pañuelo anudado a la cabeza, los rígidos brazaletes, los enormes cinturones y los macutos al hombro.
Los "tops" cuadrados se enfrentaron a las blusas abiertas que dejaron al descubierto el sujetador, los piratas volvieron con fuerza y las capuchas cubrieron el pelo.
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