domingo, 30 de diciembre de 2018

Fabiana Santa Cruz irrepetible



Nunca ha repetido dos looks en su vida. Fabiana Santa Cruz Terrazas (38 años) viste como vive, calza como se siente. Y así como únicos son sus días, se ve única también en su diario quehacer. No es que no sepa de rutinas: es abogada, trabaja en horarios de oficina y tiene dos hijos (de dos y cuatro años) a los que cuida con amor. Pero además de eso se ha sumergido de lleno en el mundo del maquillaje; al principio fue como hobby, pero después creció hasta ser otra profesión.

El maquillaje siempre ha estado presente en la vida de Fabiana, desde muy niña: ella pedía de regalo algún cosmético, aunque no estuviera en edad de usarlo. “Veía sus formas, texturas, olores, marcas... me gustaba tenerlos”. Pero fue cuando quedó embarazada aprovechó el tiempo que le daba la baja por maternidad y se animó a tomar clases profesionales. Así se abrió a la magia: “Desde ese día no he parado más”.

Su look es una apuesta por esta fascinación por el color, las pieles y la personalidad. Cuando se enfrenta al lienzo blanco de un rostro analiza texturas, tonalidades y construye algo nuevo.

Y cuando abre el armario sucede algo parecido: Allí se encuentra con la Fabiana de ese día. El clima, el estado de ánimo, las actividades que realizará... todo influye para crear ese look único. “Siempre elijo algo diferente: le aumento algún accesorio, le pongo algo de rebeldía, algo gracioso, pícaro e incluso algo infantil. También busco que haya siempre un toque femenino”.

Ese “algo” puede significar tener el pelo azul, gris o violeta, que no siempre ha caído en gracia en su entorno laboral. “He tenido problemas con eso. Para mucha gente resulta chocante, pues se trata de un ámbito cerrado y cuadrado. Mucha gente no lo entiende y lo ve como inmadurez o falta de seriedad, pero yo lo he propuesto como algo nuevo, porque puedes conseguir las mismas cosas, pero con otra actitud. Ahora, he notado que me tienen más confianza, ya que el mundo del Derecho es muy complicado”.

Flaquita de toda la vida —hasta hace poco pesaba 40 kilos— se le complica conseguir ropa: la que le sienta al cuerpo le suele quedar corta en las extremidades. “Por eso prefiero comprar algo que me gusta y lo adecuo a mi talla. Lo bueno es que también sé coser”.

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